Repentinamente la quietud de la mañana se ve interrumpida, desde lejos, por el sonido de una sirena cuyo ulular se va incrementando conforme se aproxima a la zona por donde transito habitualmente. Se hace visible el tenue centellar de la circulina de la unidad bomberil. Esto ya es el presagio de un siniestro suscitado en la zona. La sirena es silenciada al ser detenido el vehículo a una cuadra. Queda encendida la circulina, en prevención a los transeúntes por estar atendiendo en esos momentos la emergencia suscitada.
Acelero el paso al lugar de los hechos, tratando de descubrir lo acontecido. Veo congregados a efectivos del serenazgo, con el apoyo de policías que imparten indicaciones de la incidencia a los paramédicos. Estos, a su vez, atienden a un motociclista accidentado, con evidente gesto de dolor en su rostro.
Con cámara fotográfica en mano, sigilosamente, me escabullo de entre los presentes sin despertar sospecha. Busco la mejor ubicación que me permita graficar la acción de ellos en la atención del accidentado. Es allí donde capto la toma que comparto en la presente nota, para luego retirarme sin ser visto por los actores del hecho.