sábado, 20 de octubre de 2012

Colca Talpuy Faena

Como reportero grafico cubro infinidad de actividades tanto periodísticas como culturales y en muchas de ellas la información previa para su cobertura es sucinta; mi trabajo, como su nombre lo indica, consiste en reportar las imagen y los hechos más resaltantes que acontecen; cual narrativa fotográfica, que dé una idea cabal de lo ocurrido al público, bajo una visión retrospectiva de hechos dentro del encuadre recompuesto que en fracción de segundos he de editar en toma, conjugando ubicación escénica con personajes en ella, salvando obstáculos e imprevistos que se interponga entre estos.




En el presente caso se da el hecho en el que actores y público interactúan dentro de la visión de mi ángulo de toma (que he predeterminado) y que a través de presurosos desplazamientos consigo aislar a éstos, obteniendo con ello una imagen limpia que pueda utilizarla en el presente informe periodístico.



El Talpuy faena
No está de más indicar que la identidad de un pueblo radica en la representación ancestral de sus  valores culturales, afirmando y sintiendo orgullo por sus tradiciones que cobra fuerza en las representaciones festivas. Los pueblos del valle del Canipaco, en Huancayo, en especial los colquinos (Colca), se jactan de su  música, danza, cantos, con los cuales participan de igual a igual en certámenes que valoren  la identidad comunal.


Esta danza comunal grafica la organización previa que me permite dar inicio al trabajo de construir lo que es el local comunal, donde participa por igual hombres y mujeres en la ejecución de su edificación. Esta se inicia con el llamado en lista de los concurrentes que se ubican en torno al lugar convenido. Tomada la asistencia, cada uno toma un ladrillo de los que se encuentran apilados en cuatro puntos próximos, por los cuales han de ingresar danzando las parejas acompañados de la interpretación musical de la  banda local. Material que es llevado a los albañiles que realizan las mediciones respectivas en el terreno por construir. Mientras que la anfitriona, con botella en mano, departe entre los asistentes el aguardiente con que ha de reanímalos para no sentir el frio imperante











En un ir y venir, las mujeres proveen la mezcla con la que ha de asentarse los ladrillos; los hombres trabajan en la preparación de la mezcla, el acarreó de los ladrillos restantes y el armar de la empalizada que usarán para el techo. Todo esto lo hacen danzando con el fondo musical andino.




























Terminado el armado simbólico de las paredes. La comunidad elige a los padrinos entre el público presente, los cuales son paseados en torno al local construido, mientras que los albañiles dan los últimos retoques del armado del techo. Los hombres llevan en sus hombros la empalizada sobre el cual transportan a las autoridades que han de unirse con la marcha de los padrinos. Todo esto  termina con un compartir entre los presentes en torno a la obra concluida.












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