La región intertropical de América, comprendida entre los 100 hasta los 1,000 msnm, con temperatura que va de los 24 a 35 °C, en suelo pluvioso de 1,000 a 1,800 mm/anual, es el habitad ideal del arborescente Bixa Orellana, arbusto perenne que llega a alcanzar los 2 a 4 metros de altura y florece por primera vez entre los 3 y 4 años dando un fruto en capullo, de 2 a 6 cm de largo, revestido por vellosidades gruesas y espinosas, al madurar se torna de tonalidad pardo rojizo; en su interior se observa un número de 10 a 50 semillas apretujadas, de unos 5 mm de largo, con cutícula revestida de una sustancia adherente rojiza intensa. Me refiero al cultivo ancestral del Achiote cuyo nombre se debe al descubridor del río Amazonas: Francisco de Orellana (1490-1546).
Las etnias amazónicas están familiarizadas con su uso como pigmento facial, que actúa a su vez como repelente contra los insectos de la zona y protector solar. En mi país, en la zona centro meridional (el “ombligo del Perú”) lo cultivan 115 comunidades de las tribus Asháninca y Yaneshas. Motivo por el cual el pasado 20 al 23 de setiembre se llevó a cabo el “II Festival del Achiote” como producto bandera de los agricultores de Puerto Bermúdez, Oxapampa, región Pasco.
Consumido en variadas presentaciones culinarias de Latinoamérica, como colorante o condimento (comino) de su gastronomía regional. Los pueblos originarios de Sudamérica lo usan en su pintura facial-corporal en sus rituales religiosos.
Se le atribuyen con propiedad terapéutica como: astringente, antiséptico, emoliente, antibacterial, antioxidante, expectorante, cicatrizante, febrífugo, estomáquico , antidisentérico, diurético, purgante y desinflamante.
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