En los baños termales del Inca, en el departamento de Cajamarca, de cuyas pozas borbotean candentes aguas sulfurosas de 70 grados centígrados, atrajo mi atención el discurrir del vapor meneado por la brisa fría propia del atardecer cajamarquino.
Calibro la cámara, compensando los valores (-1.3) para la exposición de la toma, por la oscuridad de sus aguas y el contraste de su cielo andino. Realizo la toma de ensayo para corroborar con los valores correctos de la misma.
Empiezo a fotografiar un sector de la poza que es visitado por turistas y lugareños, captando el sutil efecto que ejerce el viento para impedir que los vapores desborden el nivel de la acera.
En ese momento me aproximo a una de las pozas para registrar los vapores que emergen del fondo y que son desplazados por el viento que corre por el lugar, realizando varios ensayos fotográficos, pasando luego a retirarme del lugar.
Ya en la penumbra de la noche dentro de la rústica habitación del añejo hotel en el que me hospedo y a la tenue luz que alumbra la morada, transfiero la información de mi cámara digital a la laptop, para trabajarla y posteriormente archivarla.
De pronto, visualizo en la pantalla el registro ampliado de quejumbrosos rostros humanos atrapados en un espacio tiempo que emergen de sus aguas azulinas, cual película de Alfred Joseph Hitchcock, como si se tratasen de seres del inframundo que afloran de las entrañas de la tierra, al ser liberadas de su penoso encierro, para reencontrarse con el atardecer de sus vidas, antes que se desvanezca por la acción del viento.
1 comentario:
Buenas fotos señor Cox!
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