El ir y venir del mar humano se reúne en ambas aceras del jirón Junín, uno de cuyos lados está enmarcado por el enrejado que rodea la plaza Bolívar a la espera del paso de las andas del Señor de los Milagros que en número de treinta miembros de la hermandad es llevado en hombros en su recorrido procesional. A su paso los fieles rompen en cánticos y oraciones, clamando por ser escuchados por el Cristo Moreno.
Sector de sahumadoras en número de sesenta, cubiertas con velos blancos inciensan el paso del Cristo de Pachacamilla en su parsimonioso recorrido, conforman la humeante visión que precede la sagrada imagen del Cristo Crucificado.
Es impresionante y conmovedora la visión que retengo a través del lente de la cámara, al ver el desplazamiento del anda que va abriéndose paso ante la contemplación del pueblo que lo contempla, lo que me exige captar la composición que encierre y transmita toda esa vivencia.
Captar esos detalles que se suscitan en torno a la procesión, es todo un reto, requiere de una paciente espera para poder ser destacado de su entorno, dentro de una composición que no requiera posterior edición en la imagen obtenida, de acuerdo con el ángulo de toma elegido.
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