Como he venido señalando y remarcando en las últimas publicaciones del blog de que todo acontecimiento por más rutinario que éste parezca lleva consigo el germen en potencia de una excelente toma es que me permito ahora servirles un ejemplo más de cómo cambiar lo cotidiano y “sin importancia” en un hecho individual y exquisitamente particular.
Es así que las intervenciones tanto en conferencias, fórums o reuniones de diversa índole son un buen material para una composición fotográfica, de ellas nos podemos valer para jugar con el encuadre fotográfico para que la imagen cause el impacto visual deseado.
Es preciso entender que los planos en la fotografía queda definida por la intencionalidad de la toma; en este caso el sujeto que interviene será quien ocupe el primer plano. No toda ubicación es buena para el fotógrafo, siempre hay que cuidarse de elegir con atención la más adecuada.
Los personajes o elementos secundarios que se incluya en la composición, quedaran constituidos en una posible alineación en “V” o “L” con relación al que está hablando, evitando el corte de los que están en los extremos, impidiendo de esta manera un punto visual de fuga que malogre el contexto.
La atmósfera del recinto nos ofrece la coreografía de luz y contraste que le otorga carácter a la expresión del que interviene, que quedara resaltado con el empleo de un diafragma abierto (f/2.8) que permita un enfoque critico, que es nitidez en el punto que se le dé.
Aprovechando los momentos de las intervenciones orales procuro capturar un momento preciso evitando la toma de una mala gesticulación. De esta forma logro cazar la imagen pensada desde un inicio.
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