martes, 17 de septiembre de 2013

José Hipolito Unanue

José Hipólito Unanue y Pavón, nació en la rivereña cuidad de Arica que pertenecía al Virreinato del Perú, el 13 de agosto de 1755. Su padre fue el vasco Miguel Antonio Unanue y Montalivet y de madre ariqueña Manuela Pavón y Salgado de Araujo.

Escultura de Hipólito Unanue en la entrada de la Facultad de Medicina Humana "San Fernando" de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.


Estudió  sus primeras letras en su ciudad natal bajo dirección de maestros privados. En su adolescencia viajó a Arequipa e ingresó al Seminario de San Jerónimo en donde cursó estudios de Humanidades, Filosofía y Principios de Jurisprudencia. Hacia 1777 se trasladó a Lima e ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, poniendo de relieve su indiscutible inclinación por las Ciencias Naturales. Encontró el estímulo oportuno de su tío, profesor de Anatomía, dedicándose entonces, con tesón y entusiasmo, a la carrera de médico, no muy promisoria en aquellos tiempos. En 1783 se graduó de bachiller en medicina, prestando juramento en diciembre de 1786 en la capilla de la Universidad de San Marcos, en cuyo profesorado ingresó dos años más tarde con la cátedra de "Método de Medicina". Contribuyó a la formación de la Sociedad de Amantes del País (1790), en cuya publicación, el Mercurio Peruano, empezó a escribir bajo el seudónimo de "Aristo".

Logró el apoyo del virrey Francisco Gil de Taboada y Lemos para la creación del Anfiteatro Anatómico de la Universidad de San Marcos, que inauguró el 21 de noviembre de 1792, ocasión en la cual Unanue leyó un discurso titulado “Decadencia y restauración del Perú”. Era por entonces una de las figuras más respetadas entre los estudiosos de la época. Al año siguiente fue nombrado Cosmógrafo Mayor del Reino y editó la Guía Política, Eclesiástica y Militar del Virreinato del Perú (1793-1797). Publicó Observaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el Hombre (1806), obra que demostraba una madurez intelectual y una lucidez conceptual admirable, mereciendo elogios de los académicos europeos. El virrey José Fernando de Abascal solicitó su consejo, lo nombró Protomédico General el 29 de noviembre de 1807, y facilitó que se realizara el anhelo mayor de Unanue, el de crear y poner a funcionar un Colegio de Medicina. En un primer momento Unanue obtuvo la cesión del viejo hospital de Santa Ana, mientras se llevaba a cabo la construcción de un edificio propio. El virrey asistió a los primeros exámenes del curso de Anatomía, Fisiología y Elementos de Zoología, dando solemnidad al acto. Como agradecimiento al virrey por su cooperación decisiva, se bautizó a este centro de estudios con el nombre de Real Colegio de Medicina de San Fernando (1808). También a instancias de Unanue el virrey instaló el cementerio en las afueras de Lima (hoy Cementerio Presbítero Maestro), pues hasta entonces los entierros se hacían en los recintos religiosos.

Elegido diputado a Cortes por Arequipa, viajó a España, visitó al rey Fernando VII para gestionar privilegios para el colegio de San Fernando. Se cuenta que el rey, al comprobar el vasto conocimiento del sabio peruano, le ofreció el título de Marqués; pero Unanue rechazó con cortesía esta merced y aceptó únicamente el nombramiento como Médico de la Real Cámara (1815). Asimismo, logró que por real cédula del 9 de mayo de 1815 fuera aprobada la existencia del Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando.

Regresó a Lima en 1816 para dedicarse a sus tareas profesionales, docentes y asistenciales, pero, en busca de reposo, se trasladó a Cañete. Retornó a la capital en 1820, llamado por los sucesos que anunciaban ya una próxima emancipación política del Perú. A solicitud del virrey, integró como secretario la delegación realista que se entrevistó en Miraflores con los emisarios del general José de San Martín. Cuando la ciudad de Lima fue ocupada por los patriotas, fue uno de los firmantes del Acta de Declaración de la Independencia, aprobada en sesión de Cabildo Abierto el 15 de julio de 1821. Proclamada la Independencia del Perú por San Martín e instalado el gobierno protectoral, a Unanue se le encomendó el Ministerio de Hacienda, cargo que ejerció del 3 de agosto de 1821 a 21 de septiembre de 1822. Fue, además, uno de los fundadores de la Orden El Sol del Perú y miembro de la Sociedad Patriótica, ante la cual disertó sobre el régimen político más conveniente para el Perú.





Como diputado por Puno integró el primer Congreso Constituyente del Perú, cuya presidencia ejerció de 20 de diciembre de 1822 a 20 de febrero de 1823. Su labor en el Congreso Constituyente fue infatigable y fecunda y con esa mística de servicio se dio por entero a participar en los trabajos de la comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución de la República con otros miembros de la Cámara.

Se entrevistó con Simón Bolívar no bien éste llegó al Perú y pronto se ganó su confianza. Ofició como su médico cuando el Libertador estuvo seriamente afectado de salud en el histórico sitio de Pativilca. Bajo la dictadura de Bolívar fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (de 20 de enero a 3 de abril de 1824), ministro de Hacienda (de 28 de octubre de 1824 a 25 de febrero de 1825), y nuevamente ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (de 26 de febrero a 3 de abril de 1825). Luego ejerció la vicepresidencia del Consejo de Gobierno, cuerpo encargado del gobierno en Lima cuando Bolívar emprendió su gira al sur en abril de 1825. La presidencia de este Consejo de Gobierno debía ejercerla el mariscal José de La Mar, pero por ausencia de éste, Unanue se encargó de presidirla, de 10 de abril de 1825 a 5 de enero de 1826; fue así como este sabio ariqueño estuvo a la cabeza del poder ejecutivo en el Perú, hasta que La Mar asumió dicha función.

El 10 de octubre de 1825 fue condecorado con la medalla cívica con el busto de Bolívar. A los plenipotenciarios peruanos enviados al Congreso de Panamá les dio instrucciones para que fueran muy cautelosos en la cuestión de límites, preocupándose así por la integridad territorial del Perú en una época en que todavía flotaba en el ambiente la idea continental de la patria.


En junio de 1826 fue nombrado ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, pero tras la partida de Bolívar se retiró a su hacienda San Juan de Arona, en Cañete. Enfermo, tuvo que soportar todavía el dolor de perder a su segunda esposa, Josefa de la Cuba. Él mismo, ya en sus días últimos, frecuentó a un vecino ilustre, el ex director supremo de Chile, Bernardo O’Higgins, dueño de la hacienda Montalván. Falleció el 15 de julio de 1833, a los 78 años de edad.