Las tradicionales fiestas del Carnaval Huaracino,
son una expresión genuina y popular, de la capital Ancashina. Es una fiesta de pueblo, que contribuyó en
algún momento, al desarrollo social de Huaraz, como un mecanismo de integración
barrial y un espacio cultural muy
importante; para fortalecer nuestra identidad y el amor al patrimonio cultural
de Huaraz. Gracias al trabajo de los
barrios; el tradicional Carnaval Huaracino, sigue vigente, y cada año es una
nueva oportunidad, para mostrar nuestros diversos valores culturales, que
constituyen una de las mayores riquezas de nuestra tierra. Al compás de las
roncadoras, y al son de huaynos y chuscadas ancashinas, festejemos nuestro
carnaval, con emoción y démosle alegría a nuestro corazón.
El “Puhllay” carnaval del Perú profundo, posee características
de su pureza en lo vernácular y autóctono. La parte estética sobresale en la
belleza de la indumentaria, sus canciones y la música de inspiración propia de
su entorno cultural. “Puhllay” es el acontecimiento social, religioso,
precolombino dado dentro de los núcleos étnicos del Tahuantisuyo. Mientras que
el Carnaval de los Blancos se vio obligado a similar ciertos elementos autóctonos
festivos a través del proceso colonizador
que trajeron los españoles. Pero por la influencia del medio geográfico y
factores de orden étnico, como los elementos culturales del carnaval español,
tomó fisonomía peruana, distinguiéndose entre las regiones próximas.
El Carnaval Huaracino es producto cultural que
conserva en su manifestación la fiesta de cruces y del tumba monte en el
pensamiento arcaico andino, modificada por las formas cristianas que trajeron
los españoles. De acuerdo a la tradición europea, el Carnaval Huaracino celebra
los tres días domingo, lunes y martes, días de jolgorio general. Pero con un carácter
más íntimo que incluyen los dos jueves previos al domingo de carnaval,
denominados jueves compadres y jueves comadre, dedicados a los varones o a las
damas, constituyendo pretexto para reuniones familiares o de amigos íntimos.
Por la década del 20, empezaba el Carnaval Huaracino
con los “Jueves Comadre”, el mismo que se festejaba 15 días antes del carnaval,
y consistía en que un caballero nombraba a una dama como su comadre (a manera
de cortejo); a ella se le tenía que visitar llevándole una canasta adornada de
flores y lociones, si la joven lo aceptaba
quería decir que le correspondía, naciendo así un sentimiento
espiritual. De igual forma a cabo de una semana se daba el “Jueves Compadre”, para
así dar inicio al sábado carnaval con la “Velación de las Cruces” donde cada
familia poseía su santísima cruz, en el cual durante el velorio ellos servían
los platos típicos del lugar como muestra de cariño a sus invitados, acompañado
del ponche, chicha de jora, mientras se bailaba y jugaba con serpentina. El
domingo se asistía a misa y después nuevamente se pasaba a la casa del dueño de
la cruz, continuando con la jarana festiva, si algún invitado tomaba la cruz y
este la carga, era nombrada mayordomo y el dueño de la cruz lo agasajaba. Al
día siguiente se mandaba a celebrar una misa para devolver la cruz a su dueño. “Martes
de Guerra” se produce el encuentro las cruces en la Plaza de Armas, dándose inicio
al Entierro del “Ño Carnavalón” donde se leen el testamento que han
caracterizado a sus autoridades que han cometido irregularidades.
La festividad del Carnaval es la fiesta más popular
celebrada en los países con tradición cristiana, por preceder la cuaresma.
Muchos lugares lo celebran durante tres días anterior al miércoles de Ceniza,
día en que se da inicio a la cuaresma
dentro del calendario Cristiano. El término carnaval proviene del latín
medieval “carnelevarium” que significa “quitar la carne” referido en el dogma
cristiano por la abstinencia del consumo
de carne en la cuaresma. En países donde estas fiestas carnavalescas se encuentran
muy arraigado como celebración popular, y ya apartada de su significado
religioso, esta se alargan los festejos a los fines de semanas de febrero y la
primera semana de marzo.
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