viernes, 23 de octubre de 2009

La Entrevista

Suele suceder que a una entrevista pactada, el reportero gráfico asiste con un redactor. En el recinto a realizarse el diálogo se dispone de una mesa y tres sillas, donde han de sentarse el entrevistado, el redactor y por que no cómodamente el reportero gráfico; de esta forma queda constituido el perfecto triángulo.
Cuando se da la conversación entre el entrevistado y el entrevistador, analizando un detalle, aprecio que ambos se miran frontalmente. Y, ¿dónde está nuestro gráfico?… siguiendo cómodamente la conversación, realizando sus tomas… pero no se percata que a veces estas sólo captan el perfil del entrevistado.
Esta foto no cumple con la misión de transmitir diálogo con el lector de la nota. Para lograr este objetivo se puede hacer lo siguiente:
1.- Con un tele corto, me ubico a la altura del hombro del redactor, lo más próximo a su rostro, sin que salga en el encuadre y solo me limito a captar el momento en que se conjuga la expresión facial con la expresión corporal del entrevistado (expresión de las manos) que son elementos conductuales por el cual captamos la atención del lector de la nota y lo invitamos a leer el articulo.
2.- Si deseo dar una sensación de fuerza a nuestro personaje, con el angular apoyado en la mesa o escritorio, oriento la cámara con ángulo contra picada lo más frontal que se pueda al protagonista.
3.- Lo mismo puedo hacer con un ángulo en picada, de pie, detrás del cronista con tele corto.
Con estos ejemplos sugiero que uno debe de tomar variedad de ángulos, para que al armar la nota, se pueda ofrecer una alternativa de opción de tomas.
Comparto una anécdota que me ocurrió. “Entrevistando a un ex combatiente americano de Vietnam, en el interior de su casa, a mitad de la entrevista, irrumpió su menor hijo de unos 8 años. Al ver que fotografiaba a su progenitor, expreso con voz firme… ¡tómame!… le respondí, no puedo y seguí con mis tomas… nuevamente me conminó, ¡te he dicho que me tomes1… no puedo… Su padre se incomodó un poco y vino la pregunta del menor, ¿por qué?... Miré al progenitor y al niño y le dije… ‘no eres líquido’… El infante molesto pego la media vuelta y se retiró, no sin antes escuchar la carcajada de todos”.

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