Los folívoros, Folivora, (dieta alimenticia basada en brotes de yemas tiernas y hojas) o filófagos (Phyllophaga) son un suborden de mamíferos placentarios del orden Pilosa, más conocido como perezoso. Especie tropical propio de la selva húmeda de Centro y Sudamérica. De extremidades muy largas (las anteriores más desarrolladas y de mayor movilidad que las posteriores), con mano terminada en dos dedos unidos (Choloepus, Megalonychidae) o tres dedos fusionados (Bradypus, Bradypodidae) provistos de uñas fuertes y en curvadas que le permite trepar árboles, adaptado a la vida arborícola. Su pelaje está conformado por pelos largos y gruesos, y un segundo más corto y delgado no observable a simple vista en tanto no se renueve el primero. Sobre estos crecen bacterias cianobacterias (Cyanoderma) y algas clorofíceas (Trichophilus) proporcionándole una coloración verdosa que aunada a la lentitud en su movimiento, los hace pasar inadvertidos ante sus depredadores, dificultando así la ubicación en su habitad. Su temperatura corporal varía acorde con el medio ambiente y están orgánicamente limitados al hábitat ecuatorial, pudiendo vivir de diez a veinte años.
Posee cabeza redonda pequeña, orejas no visibles, ojo redondeado demarcado por pelos negros que dan apariencia de antifaz, de rasgo bonachón amable con estilo de vida no competitiva haciéndolo resistente a la agresión y heridas. Con sus garras dan golpes rápidos que suelen causar heridas severas. Pasa la mayor parte del día durmiendo entre las copas de los árboles, dedica cinco horas entre comer y trepar. Su alimentación le proporciona poca energía y no la digiere fácilmente por tener un estomago de accionar lento, con múltiples compartimientos habitado por bacterias simbióticas que le ayudan a descomponer las hojas, las que tardar un mes en asimilarla por completo por ello soporta con tenacidad el hambre y la sed.
El perezoso selecciona bien su árbol con la finalidad de minimizar su descenso del mismo, las hojas que comen le proporciona el agua que requiere. Una vez por semana suele bajar a la base del árbol donde suele cavar un hueco superficial para depositar sus excretas y misionar, tapándolo luego con hojas, con lo cual devuelve así al árbol los nutrientes que recibió al comer sus hojas.
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