Durante la inauguración de eventos internacionales se suelen presentar números artísticos, que en este caso tuvo que ver con la escenificación de la corrupción, donde la mujer encarna la pureza de la cual nacemos. Ésta crece y se ve seducida por la corrupción que logra apartarnos de nuestros valores; y es precisamente la progenitora quien ayuda y enseña a sacudirnos de ella para la recuperación y renovación de los valores sociales.
Como es costumbre, a la prensa nos manden al final de la sala y no se nos permite salir del espacio asignado… “será para no contaminarnos”.
Con dos teleobjetivos zoom, de 17-55 mm y de 80-200 mm , me basta para cubrir todas las comisiones asignadas y me adecuo a la performance y restricciones del evento, tratando de sacarle el máximo provecho a la condición de luz concebida en la escenografía, bajando el ASA a su menor sensibilidad para un mejor registro tonal del color en la toma, sacrificando la rapidez de la exposición a espera de un instante de quietud para capturar la escenografía de la obra.
Sin conocimiento previo de lo que se está representando en un tiempo efímero de lo actuado, tengo que intuir el momento preciso para obturar la cámara y registrar lo visualizado, asimismo, la ubicación elegida que resalte lo detalles del momento dentro de la composición ideada para la toma, y es allí donde se recurre a esa picardía y el buen sentido de la ubicación para desarrollar nuestro criterio fotográfico.
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